EL HOMBRE ABSURDO

“Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del asilo: «Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias.» Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.

El asilo de ancianos está en Marengo, a ochenta kilómetros de Argel. Tomaré el autobús a las dos y llegaré por la tarde. De esa manera podré velarla, y regresaré mañana por la noche. Pedí dos días de licencia a mi patrón y no pudo negármelos ante una excusa semejante. Pero no parecía satisfecho. Llegué a decirle: «No es culpa mía.» No me respondió. Pensé entonces que no debía haberle dicho esto. Al fin y al cabo, no tenía por qué excusarme. Más bien le correspondía a él presentarme las condolencias. Pero lo hará sin duda pasado mañana, cuando me vea de luto. Por ahora, es un poco como si mamá no estuviera muerta. Después del entierro, por el contrario, será un asunto archivado y todo habrá adquirido aspecto más oficial.

Tomé el autobús a las dos. Hacía mucho calor. Comí en el restaurante de Celeste como de costumbre. Todos se condolieron mucho de mí, y Celeste me dijo: «Madre hay una sola.» Cuando partí, me acompañaron hasta la puerta. Me sentía un poco aturdido pues fue necesario que subiera hasta la habitación de Manuel para pedirle prestados una corbata negra y un brazal. Él perdió a su tío hace unos meses.

Corrí para alcanzar el autobús. Me sentí adormecido sin duda por la prisa y la carrera, añadidas a los barquinazos, al olor a gasolina y a la reverberación del camino y del cielo. Dormí casi todo el trayecto. Y cuando desperté, estaba apoyado contra un militar que me sonrió y me preguntó si venía de lejos. Dije «sí» para no tener que hablar más.”

★☆★

Hace varias semanas leímos en clase este intrigante fragmento de El extranjero, novela del francés Albert Camus. Sin embargo, no he querido escribir esta entrada hasta ahora porque en Literatura Universal debíamos escoger un libro entre tres opciones para examinarnos sobre él. Y, como os podréis imaginar, elegí este importante título de la literatura. El fragmento me llamó mucho la atención en su momento y, al mismo tiempo, quería ponerme a prueba, pues ya se nos había avisado que era una obra compleja y filosófica. Aún así, me gustó bastante y reflexioné mucho sobre los temas que trata. Es por esa misma razón que quería esperar a terminar de leerla para escribir una entrada más completa con mi opinión al respecto. Espero que os parezca interesante.

El fragmento

Ya desde el comienzo de la novela se nos presenta un personaje pasivo y extraño. Explica que su madre ha fallecido, pero no sabe cuándo. De esta forma muestra una actitud indiferente, como si un acontecimiento tan trágico para su vida no tuviera la importancia necesaria como para perturbarla. Más adelante nos cuenta cómo su jefe del trabajo recibe la noticia, el cual es evidente que está confundido por la impasibilidad del protagonista. De hecho, en todo el fragmento es notable esa actitud, e incluso durante toda la novela, por lo que con este inicio podemos anticipar cómo se comportará este personaje a lo largo de la trama.

La indiferencia

A medida que la historia va avanzando, Meursault conoce a distintos personajes que añaden a su vida situaciones complicadas y mal vistas por la sociedad: maltratos, violencia, la muerte, el desinterés amoroso... Sin embargo, al protagonista todo esto no le molesta en absoluto y no se cuestiona si es correcto moralmente. Es por esto que las personas de su alrededor se extrañan por su comportamiento. A la mitad de la novela ocurre un suceso sustancial que provoca que todo su entorno cambie y, a pesar de su característica actitud pasiva, al fin expresa algo más de sentimiento y cuestionamiento, mostrando un ligero cambio de la primera parte de la novela a la segunda.

Pero, finalmente, las decisiones tomadas por Meursault le perseguirán hasta llevarle a la desgracia. Tal es esa pasividad en su comportamiento que en cierto punto concluye que la vida no tiene importancia porque, al fin y al cabo, ese es el destino que todo ser vivo tarde o temprano deberá afrontar, demostrando que incluso elementos tan esenciales como la propia vida son un sinsentido. 

La moral

Entiendo que desde un principio el lector no pueda empatizar con el protagonista por ese carácter tan ajeno a todo, pero aún así me resulta muy interesante la forma con la que el autor juega con esto. Las personas juzgan a Meursault por no tener ese sentido de la moral que se asienta en nosotros como sociedad: cuando un familiar muere, debemos sentirnos tristes, cuando vemos que alguien está maltratando a un animal, debemos sentirnos furiosos… ¿Pero quién ha decidido que esto sea así? La novela nos enseña que si no cumplimos con esa moral, podemos ser juzgados e incluso catalogados como monstruos. Nos enseña que si no nos oponemos a lo que debemos oponernos nos convertiremos en una especie de "extranjeros" de la sociedad, porque nunca podremos sentirnos incluidos en ella si no tenemos la capacidad para decidir que algo es bueno o malo moralmente.


Por esta serie de cuestiones, El extranjero es completamente interesante y especial, presentándonos un personaje diferente y complejo a lo que estamos acostumbrados a ver en la literatura y creando en él el mundo de lo absurdo, en el que cualquier cosa merece la indiferencia.

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